viernes, 8 de julio de 2011

Cada mañana


…al despertar me oprime el dolor de tu ausencia, mientras se ilumina mi cuerpo con las luces del amanecer
…me desprendo del camisón para brindarte mis desnudeces como si estuvieras a mi lado
…mis dedos, semejando a los tuyos, juguetean sobre mi piel para desperezar mis sentidos
…tiemblo, me agito sin control, palpito aceleradamente y se tensan todos mis músculos como si tu cuerpo se hubiera posado sobre el mío
…llega un determinado momento en que cierro mis ojos, mi cuello se estira, mi barbilla se levanta, mis piernas se enderezan, mi respiración se acelera y me muerdo el labio como si tuviera un silenciador, para luego desplomarme bruscamente sobre el colchón
…tras ese instante, oigo a mi marido, a mi lado, gruñir entre sueños…

jueves, 7 de julio de 2011

Tu perfil


Cada tarde cuando me tiendo en la cama en esa hora laxa de la siesta y apoyo mi mejilla izquierda sobre la almohada,  te contemplo  tumbada a mi lado, de perfil.  Solazo mi mirada en tu pelo negro revuelto y enmarañado sin direcciones concretas. Desciendo por tu frente recta y antes de usar tu nariz para descender por ella como en un tobogán, me detengo en tu ojo derecho: alegre, vivo y luminoso.  Asoma levemente tras el cobijo de tus largas pestañas azabaches que aletean al aire azuzando mis más íntimos afanes.  Observo ahora tus labios, a los que la luz de la tarde le arranca ese brillo leve que le produce tu dulzona saliva. ¡Cómo se agitan los recuerdos en mi interior!...hasta llegar a sentir mis labios y dedos presos de esa humedad.  Sigo por los músculos de tu cuello que tuerce levemente debido a la curvatura de la almohada, esa piel que ha sido siempre tan sensible receptáculo de mis innumerables besos.
        Ahora es tu pecho derecho el que atrae mi atención, su tono níveo contrasta con el canela del resto de la piel que expones al sol, y resalta en él engañoso relajamiento que me muestra esa redondez oscura, sensible y más que aparente que lo viste con la mayor de las donosuras.
         Todos los días me pasa lo mismo. Llegados a ese punto ya no puedo resistir mi estatismo y mi mano escapa de la almohada para dirigirse hacia tu pecho, a la par que un intenso sopor me va invadiendo… Cuando despierto, con ese ánimo más que grato con el que revivo, ya no estás a mi lado, pero afilando mi olfato noto todo mi cuerpo penetrado  del más sabroso de tus olores.

miércoles, 6 de julio de 2011

El círculo de las caricias

         
        Disfruto sumergiéndome en el círculo de tus caricias, en ese manantial revitalizante que despliegas festiva y amorosamente sobre mi cuerpo. Me gusta tu mirada lúbrica, esa forma descarada tan tuya de alimentar mi deseo y el tuyo, simplemente, con tu mirada. Disparas, entonces, tus manos y en todo lo que de mí tocas aciertas a arrancarme los más dulces deleites. Cierro los ojos concentrándome en esa mezcla placentera en que se convierten los intensos olores que nuestras ansias desprenden.
       Noto  como tus pechos con sus pezones más que estilizados, reclaman anhelantes la humedad de mi lengua, que acepta encantada el gustoso encuentro de tan distintas texturas. Te agitas, estirando tu cuello hacia atrás, mientras tu carótida se hincha, cobrando todo tu cuerpo una vida inusitada. Tus piernas se abren para acoger mi sexo cuya dureza me indica que ya es más tuyo que mío. Fluye hasta lo más hondo de ti. Subes y bajas como un resorte deslizándote por él, hasta ese momento en que alzados ambos en una ola gigante descendemos hasta el gustoso sosiego del mar de caricias.