jueves, 2 de mayo de 2013

Cada noche..


Cada noche tras todo el duro esfuerzo del día, inicio mi camino hacia la cama. Me cuesta trabajo levantarme del sofá y en esas horas de semi vigilia, me acerco a la mesa para preparar lo que me tengo que llevar al día siguiente y no olvidarlo. Apago las luces y todo se tiñe de esa oscuridad que semeja a la que  poco a poco en estas horas de creciente cansancio va tiñendo mis intuiciones e ilusiones. La luz de mi mesa de noche, cual fanal rompe la oscuridad  del pasillo, a través del cual mis pasos, acompañados de un coro de bostezos, se arrastran lentamente como cargados de grilletes.
Destapo las sábanas. Mi cabeza agradece el mullido apoyo de la almohada y mis piernas se estiran con un suspiro de alivio, como si parte de su cansancio se evadiera hacia el colchón. Me acurruco sobre mí mismo gozando de ese brevísimo y placentero instante y con un simple clic oscurezco la habitación, mientras anhelo gozarme de ti. Te siento a mi lado, muy cerca y mientras abro mis brazos para rodear tu cuerpo, llevo mis labios ahítos de deseo a posarse en los tuyos. Como cada noche siento como si el corazón se me rasgara y lamento el que, un día más, estés durmiendo tan lejos de mí…