martes, 25 de enero de 2011

Silencio

          
              Disfrutaba preparándose para la llegada de él y la pura alegría que le invadía la mostraba entonando una vieja canción con su melódica voz. Se masajeaba la cabeza con estudiada suavidad mientras la espuma se abría paso por sus rizos elaborando dibujos desvaídos a medida que descendía por su piel.
-Shhhhhhhhhhhh
…le pareció escuchar a través de la caída intermitente de las gotas de agua en la bañera. Cerró el grifo y mimó despacio todo su cuerpo con la toalla. Estiró sus brazos en el aire y salió ágilmente de la bañera.
-Shhhhhhhhhhhh
…volvió a escuchar ese ruido, mientras veía en el espejo su rostro de gesto deseoso. Se pintó los ojos, sin prisas, y luego pulverizó gotas de su perfume por aquellos de sus rincones en los que él gozaba tan especialmente. ¿Cómo le sorprendería hoy? Siempre encontraba la forma de sorprenderla. Ahora escuchó con más nitidez:
-Shhhhhhhhhhhhh
            Parecía que le estaba imponiendo silencio, una sombra oscureció el hueco de la ventana y una serpiente con la lengua agitada apareció a través de ella. ¡Qué imaginación! Hoy acudía a su cita en forma de serpiente. Una sonrisa alumbró su rostro al sentir el tacto escamoso del ofidio recorriéndola. La serpiente resbaló por todo aquel cuerpo a lo largo y ancho, como si estuviera haciendo un previo reconocimiento y luego empezó a rodearla. El ardor de ella empezó a crecer a medida que mayor cantidad de su piel era rodeada por aquella peculiar caricia. Su corazón empezó a acelerarse, mientras todo su cuerpo se sacudía en el aire a pesar de la presión de los grandes anillos del ofidio. La escueta mata de pelos, que guardaba entre sus piernas, comenzó a instilar gotas placenteras, hasta que una excitación violenta la alzó a la más alta cima que ella recordaba. Justo en ese momento, la boca de la serpiente, presidida por su lengua bífida, se abrió hincando sus colmillos en su perfumado cuello desnudo. La intensidad del dolor y el placer se confundieron en el mismo instante, dejándole, antes de que todo se le convirtiera en oscuridad, una última décima de segundo de lucidez en la que fue consciente de que aquella serpiente no era a quien ella estaba esperando
-Shhhhhhhhhhhh – escuchó, antes de cerrar para siempre los ojos, por última vez.

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