¿Dónde se quedan esos besos que crecen, instigados por el deseo y la ternura, pero sobre todo marcados por la nostalgia, cuando en mi despertar tú estás lejos? Abro los ojos despacio como si por arte de magia, de pronto, te fuera a ver a mi lado. Pero no, tu rincón de la cama sigue vacío y en la sábana dibujados unos pliegues que parecen acomodar la ausencia manifiesta de tu cuerpo.
Te sueño porque te necesito en este momento y es la única forma de tenerte y percibo la humedad de mi saliva en el interior de mi boca, anhelando ese sabor dulzón de la tuya. Todo mi cuerpo se agita provocando múltiples besos, que se van apretando y chocando entre ellos, que se quejan porque no son capaces de salir hacia ningún lado y que avivan mi ansia de ti.
Al rato todo se sosiega, a la vez que pongos mis pies descalzos sobre el suelo, aunque sigo pensando en dónde habrán quedado esos besos. Tal vez, en esa ola húmeda que acompañará a mis labios la próxima vez que se posen sobre los tuyos, se liberarán mucho de esos besos que hoy se quedaron escondidos en mí, quién sabe en dónde.
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