Al fin, pudo levantarse de la cama, donde llevaba horas tumbadas sin poderse mover por culpa de la ciática. Yo llevaba toda la mañana espiándola a través de la ventana. Se le notaba que estaba harta de las múltiples “goteras” que le estaban invadiendo en la recta final del embarazo. Miró por la ventana, ¿me habría visto?, hacía calor, el verano estaba a punto de llegar y le costaba disfrutarlo. Salió desnuda al jardín de su casa, cojeando y, con no poco esfuerzo, logró sentarse en la hierba mullida. Yo me escondí tras uno de los árboles.
Me gustaba contemplarla así, sentada sobre aquella alfombra verde, y haciendo ese gesto leve de acariciar su cabellera roja, rutilante al hermosearla los rayos de sol vespertinos. La había visto muchas veces desnuda, pero ahora en su estado de gravidez la encontraba especialmente atractiva. Las formas de su cuerpo se habían hermoseado, ganando consistencia. Sus pechos habían crecido y premoldeado en forma de nutricias ubres, con unas aureolas tan grandes como oscuras. Sus piernas laxas terminaban en tobillos hinchados, no debían estar acostumbradas a soportar aquel exceso de peso. Me encantaría posarme en ella, con algo más que con mis ojos.
La observaba tan fijamente que no me percaté de la piedra que, lanzada contra mí, me acertó en la cabeza y, trastornado, me hizo caer al suelo. Al oír las risotadas del adolescente de la casa vecina, me di cuenta de que había usado aquel tirachinas, que ya sospeché que no iba a traer nada bueno. Y eso que su padre le había advertido que no lo usara contra nosotros, los pájaros. Lo último que sentí, antes de cerrar los ojos para siempre, fue cómo ella se acercó a mí con paso vacilante, despacio sobre la hierba, y agachándose me cogió en su mano y acarició mis plumas.
Una historia tan alucinante como maravillosa y hermosa.
ResponderEliminarPobre pájaro, qué triste final; aunque si había de morir algún día por el tirachinos del vecinito de marras, mejor haberlo hecho observando una bella imagen como aquella, porque no todo el mundo sabe valorar cómo se merece la belleza del embarazo, de la maternidad.
Saludos!