Me gusta dejar transcurrir el
tiempo, mientras te miro a los ojos sin decir nada. Recrearme con la luz de tu
mirada y acercar muy despacio, gustando cada milímetro que ganamos, mi rostro
al tuyo. Descansar mis manos, acomodándolas a cada lado de tu rostro, sentir el
leve roce de tus pestañas y posar mis labios dulcemente sobre los tuyos. Pasear,
muy despacio, sobre ellos, gustando las sensaciones y esa tenue humedad que va
impregnando desordenadamente la superficie de ambos labios. Alejarlos un poco,
acercarlos, apretarlos, oprimirlos, saborearlos y abrirlos hasta que nuestras
lenguas se entrelacen y exploren las honduras ajenas. Al principio con
disimulo, como quien no quiere la cosa, para luego perder la compostura y ahogarme apasionadamente
en tus sensaciones. Dejarme ir, como si me abandonara todo en ti, perder la
noción del tiempo…¡y eso es sólo el comienzo!
Muy buenos preliminares, preludios indespensables para crear un buen ambiente. preludios del amor, para empezar bien, pero que muy bien.
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