Hoy le pido permiso a la vida para saborear un beso. No exijo mucho, ni elijo el tipo de beso ni reclamo que sea largo, me bastaría que durara lo que un suspiro. No es cuestión de tamaño, sino de un simple roce de labios sobre mi piel. Me resulta, a estas alturas, algo tan inaudito que su sola mención me trae evocaciones de eternidad. Que me lo dé cualquiera, eso sí que sea, al menos, con una leve humedad que le inculque vida y un brote aunque sea pequeño de ternura. Necesito ese beso desesperado, para aparte de por los latidos de mi corazón, tener algo más que me haga sentir viva.
Hoy le pido permiso a la vida para saborear un beso… ¿y si no fuera posible… tal vez medio beso dado con el labio de arriba?
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