sábado, 31 de agosto de 2013

Nostalgia de ti

            
            Tu ausencia provoca a mi nostalgia, que se recrea en mis recuerdos de ti. No sé por qué mi espalda te anhela de esa manera tan desesperada tus caricias. Cierro los ojos y siento como las yemas de tus dedos, subiendo y bajando, producen correntías de placer que se extienden por todo mi cuerpo.  Es como si tu gran caricia placentera cubriera toda mi desnudez y la fuera embelleciendo a tu mirada ansiosa, a tu deseo creciente y lascivo.  De la espalda desciendes a mis glúteos, me los palpas con tus manos fuertes, tentando sus formas, descendiendo por ellos, fundiéndote en mis honduras. Me dejo mecer en tus manos.
     Me tiendes delicadamente sobre el colchón y ahora vas gustando lentamente la suavidad de mis piernas, primero con tus labios, la adornas de cientos de besos, luego con tu lengua. Vas dibujando con su punta, caminos de saliva, que son caminos de placer. Un temblor sacude mi cuerpo y el hueco entre mis piernas reclama el tacto de mi mano. Tengo que cerrar los ojos, porque me resulta insoportable la fuerza de tu mirada felina, devoradora y noto, como ahora, te haces dueño de mis pies. Las uñas las llevo coloreadas en naranja y me dices, que vas a exprimir mis dedos, como si se tratara de pequeños gajos dulzones. Y van desapareciendo en el interior de tu boca y mi hendidura grita silenciosamente necesitando la caricia de mis dedos. Mis dedos son hábiles y experimentados. Los noto, aceleran mi sudor y mi placer. Mi cuerpo se agita, mi boca grita y mi cuello se bambolea adelante y atrás…hasta que parece que caigo desde lo alto de una catarata y mi cabeza reposa sobre mi almohada. Levanto los pies, miro los dedos coloreados de naranja y me acuerdo de ti, como si estuvieras a mi lado.

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