Siempre se había negado a
recortarse aquel abundante vello negro que abruptamente retorcido le crecía
entre sus piernas. Para ella era algo “muy suyo” y no entendía esa modernidad
de deshacerse de él. Si crecía allí sería por algo. Además, no era un rincón
que fuera a lucir en ningún sitio, más que en la intimidad y el que quisiera
acercarse a ella debería aguantarse con lo que había, eso sin contar que le
daba una cierta dentera el aproximar algo cortante a tan delicado lugar. Todo
esto lo pensaba mientras, desnuda ante el espejo, se pintaba los ojos y
observaba aquella espesa pelambrera, que contrastaba con el color níveo de su
piel.
Hacía
mucho tiempo que no le habían despeinado aquel mechón, pero ahora había quedado
con un madurito, a quien había conocido por internet y con quien había llegado a
ese entendimiento en que se desea experimentar como el pelo de su bigote canoso
se entremezclaba con aquel vello. Empalagó, aquel matojo, en gotas de perfume y
fue, entonces, cuando su cita llamó a la puerta. Entró con paso pausado y la tomó entre sus
brazos, sintiéndose ella embriagada de aquel olor que le envolvía, primero a él
y pronto a ambos. Tras hábiles y sinuosas caricias, llegó ese momento en que, acercándose a su entrepierna le hizo el comentario de si le apetecería que
se lo recortara un poco. ¡De ninguna manera!, contestó ella y de esta guisa
siguieron entremezclándose en mutuos agasajos, hasta ese extremo, en que la
situación alcanzó tal fogosidad, que le hizo perder hasta aquellas de sus
convicciones más hondamente arraigadas. Todos sus vellos estaban estirados a
causa de la excitación, no supo cuándo fue convencida, pero dejó que los dedos
poderosos de él acercaran las tijeras que, con suma delicadeza, trasquilaron,
al principio, para igualar después. Ella se dejaba hacer y notaba la ausencia
de aquella mata, que poco a poco fue transformándose en una ligera
pelusilla. A continuación fue la caricia
cosquilleante y espumosa del jabón, la que, como un susurro producido por el
aleteo de una mariposa, sintió en tan recóndito lugar, seguida del leve roce de
la cuchilla que le produjo un cierto temor. Cuando terminó, él le acercó un espejito
para que viera su obra de arte y los ojos de ella se horrorizaron, se notaba extraña,
como si le faltara algo. Entre el temor y la curiosidad acercó sus dedos por
aquellos gruesos labios, que desde el espejo ampulosamente le sonreían y por
primera vez veía, y sintió, que ahora, desprovisto de estorbos, el roce le
provocaba una nueva sensación. Iba a protestar, pero la mueca ininterrumpida de
su boca, coincidió con el gesto simultáneo de la de él posando sus pilosos
labios sobre aquel lugar en el que antes había una enmarañada dificultad para
acercarse. No pudo articular palabra, porque el roce aparentemente
insignificante de los pelillos de sus bigotes, contra aquella piel tan
exquisitamente sensible y desprovista hasta ahora de cualquier sensación, le provocó
un intenso cosquilleo que indujo desde su garganta unos gemidos intermitentes,
que desembocaron en unas sacudidas intensas, nunca experimentadas. Sintió como
si su cuerpo se hubiera disuelto y mientras lentamente recuperaba su ritmo
respiratorio, una sonrisa trémula iluminó su rostro, ¡ahí, ni un pelo más!
pensó, mientras se dejó mecer en una nube.
Después
de aquella experiencia, nunca más tuvo nostalgia de aquellos vellos perdidos,
incluso se preocupaba de que no asomaran, ni siquiera sutilmente. Ahora disfruta
en las noches de verano y mientras se balancea totalmente desnuda en la hamaca
que tiene en su jardín, abre sus piernas para que la brisa acaricie aquellos
labios recién descubiertos y revive aquellas sensaciones, recordando aquel día
en que, gracias a unos vellos que cayeron y a otros vellos ajenos que se le
acercaron, se quedó durante largo rato balanceándose en una nube.
Una correcta decisión...eliminar el vello de su sexo. Definitivamente los resultados serán mucho más excitantes.
ResponderEliminarLo cierto es que a nuestra generación de cincuentenarias nos ha costado llegar a esa conclusión, será por la cultura reprimida que hemos recibido o ... por la falta de interés del sexo masculino en nosotras.
Las jovencitas ni lo dudan, desde luego las experiencias les han llegado mucho más pronto que a nosotras y se les ha planteado esta situación con mucha más antelación.
Así que...como piensa la protagonista : "Ni un pelo más!!"
Un laborioso texto, carente de brusquedad y lleno de sutilezas que enfrentan al lector con una situación cotidiana...enhorabuena, amigo, por tus acertadas letras.
siam
Uys... ¿afeitado?? ...con lo que pica cuando empieza a salir. Y esa piel irritada por las cuchillas...
ResponderEliminarLa solución perfecta es la cera caliente.