Te ocurrió el pasado domingo… Te
despertaste mareada con esa sensación postrera, que acompañan a esas noches que
empiezan con un espontáneo encuentro masculino. A continuación, prosigues sazonando tan grata compañía con unas
copas y coronas la noche en tu cama entre mezcla de fluidos, deseos lúbricos y
acrobacias sexuales a dos. Cuando
despiertas y entras en la cocina por la mañana, te sientes con la mente
embotada, no recuerdas nada y te encuentras a ese hombre desconocido, entre
despeinado y desnudo al que no sabes que decirle. Un insólito pudor te lleva a
abotonarte el camisón, por el que un pecho, al que notas más ingrávido que
nunca, pretende escapar. La cabeza te duele y parece oscilar en una espiral
invisible. Observas a medio ver, porque uno de tus ojos no se abre del todo, al
que ahora te resulta un individuo desconocido. El te mira silencioso mientras
coges la taza. Necesitas urgentemente un café, no estás acostumbrada a noches
de este calibre. Coges la cafetera que te
ha preparado, echas un chorro sobre la taza y la azucareas agitando la cuchara. Acercas el borde a tus labios, empiezas a reaccionar tras esas primeras gotas
que descienden por la garganta y, es en ese momento de súbita lucidez cuando te
haces consciente de algo terrible:
1)
Ayer no tomaste ni gota de alcohol.
2)
No hiciste el amor en toda la noche, ni siquiera
recuerdas cuándo fue la última vez que lo hiciste.
3)
Empiezas a reconocer a ese hombre extraño: ¡es tu
marido desde hace más de quince años!
Claramente...un inicio de rebelión interna que se descubre de forma inconsciente cuando estás aún medio adormilada, jajaja.
ResponderEliminarPues, no te creas que vas muy descaminado, no conozco porcentajes pero algunos casos así encontraríamos, aunque...es un hecho paralelo con el otro sexo, por supuesto.
Un besi...de siam
En esas circunstancias, siempre te preguntas: ¿qué hago aquí y ahora, con este tipo? ...incluso aunque la historia tenga el mismo final que la tuya.
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