martes, 11 de marzo de 2014

Cuestión de números

   

      Siempre me ha apasionado el mundo de los números e incluso aquella vieja teoría de conjuntos que hoy tiene menos aplicación que una cinta magnetofónica. A lo largo de mis ya muchos años me quedé obsesionada con el concepto del conjunto unitario. Así me he sentido yo durante mucho tiempo, aprisionada yo misma entre aquellas llaves que tanto me costaba trazar sobre el papel. Nunca tuve suerte con los hombres que elegí, entre cuatro y siete, prefiero haber olvidado exactamente cuántos. Aunque lo que no olvido era el cómo eran: celoso y absorbente o superficial e insulso o aquel otro insultante y maloliente. Fueron desgraciadas apariciones en mi vida o, más bien, desacertadas elecciones? Nunca lo he sabido.

      Pero un día te conocí y a pesar de que, en principio, me resistí, finalmente sentí esa extraña atracción por ti. A medida que te iba descubriendo tu inteligencia me iba seduciendo y tu ternura, uno de mis mayores anhelos, primero con tus palabras y luego ¡sorprendiéndome!, con tus dedos, acabó por desmoronar los últimos restos de mis defensas.

        Así un día me descubrí con mis labios colgados de los tuyos. Gustando ese sabor tuyo, tan distinto a todo lo que había probado y temblé, a la vez que me alegré cuando noté cómo, aquellas llaves que me encerraban en la unitaria soledad, se quebraban para siempre. Éramos dos!

        Desde entonces compartimos la vida a par cual dos siamesas. Dicen que tres son multitud, pero hoy he tenido la experiencia del cuatro. Del roce tierno y desesperado de nuestros cuatro pechos, frotándose dos a dos en una experiencia única de cercanía a ti y que, a partir de ahora, no lo dudes, repetiremos muchas veces más!

No hay comentarios:

Publicar un comentario