…este
encuentro, tras tanto tiempo separados. El rumor provocado por el transcurrir
de tantos años, más que un quiebro, se ha transformado en mutuo anhelo. La
distancia nos hizo soñar cada instante, uno tras otro, con el íntimo contacto
de la piel ajena. Esa piel que se ha ido cuarteándose y que surcada de arrugas
me servirá de guías por la que dirigirte mis caricias.
Bebe tranquila tu taza, paladeando
cada gota de ese vino, mientras me regocijas con esa mirada, que tanto me
gusta, cargada de descaro. Desnúdame sin manos. Ven a mis brazos abiertos con los que quiero
vestir la necesidad de tu cuerpo, balancéate en ellos. Ya ha llegado el tiempo
de que los sueños de entonces, los sueños de siempre, se disuelvan porque los
hemos convertido en realidad.
Tus manos de piel madura recrean su
experiencia en habilidades aprendidas que extraen de mí placeres insospechados
y despiertan mis quereres hacia ti. Tus pechos han modificado sus formas, sin
nada que envidiar a aquellos pezones alzados de antaño. Hoy siguen cautivando
mi mirada, más que antes si cabe, y
gravitando oscilantes en el aire, cual badajos de campana que tañen
armónicamente componiendo la mejor de tus músicas.
Acaricio tus cabellos y sorprendo esas
canas intermitentes que alegran tu melena oscura. Me gusta despeinarla y que se
desordenen cobrando esa agitada vida de pelos revueltos que cubren
pudorosamente la suave blancura de tu cuello, que ahora queda al descubierto de
mis ojos. Su visión despabila mis instintos rejuveneciéndolos hasta extremos
increíbles. ¡Te hago mía! Te siento tan mía como nunca imaginé...
No hay comentarios:
Publicar un comentario