miércoles, 23 de enero de 2013

No temas...



…este encuentro, tras tanto tiempo separados. El rumor provocado por el transcurrir de tantos años, más que un quiebro, se ha transformado en mutuo anhelo. La distancia nos hizo soñar cada instante, uno tras otro, con el íntimo contacto de la piel ajena. Esa piel que se ha ido cuarteándose y que surcada de arrugas me servirá de guías por la que dirigirte mis caricias.
Bebe tranquila tu taza, paladeando cada gota de ese vino, mientras me regocijas con esa mirada, que tanto me gusta, cargada de descaro. Desnúdame sin manos.  Ven a mis brazos abiertos con los que quiero vestir la necesidad de tu cuerpo, balancéate en ellos. Ya ha llegado el tiempo de que los sueños de entonces, los sueños de siempre, se disuelvan porque los hemos convertido en realidad.
         Tus manos de piel madura recrean su experiencia en habilidades aprendidas que extraen de mí placeres insospechados y despiertan mis quereres hacia ti. Tus pechos han modificado sus formas, sin nada que envidiar a aquellos pezones alzados de antaño. Hoy siguen cautivando mi  mirada, más que antes si cabe, y gravitando oscilantes en el aire, cual badajos de campana que tañen armónicamente componiendo la mejor de tus músicas.
         Acaricio tus cabellos y sorprendo esas canas intermitentes que alegran tu melena oscura. Me gusta despeinarla y que se desordenen cobrando esa agitada vida de pelos revueltos que cubren pudorosamente la suave blancura de tu cuello, que ahora queda al descubierto de mis ojos. Su visión despabila mis instintos rejuveneciéndolos hasta extremos increíbles. ¡Te hago mía! Te siento tan mía como nunca imaginé...

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