domingo, 13 de enero de 2013

Simplemente, sin apellidos


         
          Me cuesta hablarte porque  no tengo voz y eso que me conoces muy bien, en cada gesto, en cada roce. Lo tengo por tanto complicado para expresarme y comunicarte lo que guardo en mi interior. Nunca estoy solo siempre voy acompañado, lo que no calma esa soledad que sólo tú atenúas. Te miro sin ojos y te siento incluso, todavía, sin tocarte. Me siento extraño en mí mismo y si me atengo al color de mi piel, no tengo muy clara cuál es mi raza: a veces soy blanco y minúsculo, casi desaparecido, otras rojo y desarbolado, otras al fin morado, casi negro, y dispuesto a devorarte si te pones por delante.
Siento, en este momento, ansias de ti y eso se refleja en el cambio de mis formas que crecen rebosantes de energía y firmeza. Mis arrugas se dilatan y mis líneas se ondean buscándote, para sumergirme en ti.  Entro y salgo una y otra vez, no veo tu boca pero la imagino  cómo va arqueándose en una sonrisa, hasta ese momento en que tu respiración se atropella y tus labios se curvan en formas imposibles, las necesarias para emitir gemidos acompasados  en tu trémulo cuerpo, cuyos movimientos terminan sucumbiendo en un silencio sepulcral. Me detengo, presto oídos sin esas orejas de las que carezco y a continuación oigo esa carcajada, sin palabras, que me indica que estás feliz. ¡Estoy yo también feliz!
Mi nombre, lo conoces, es pene, simplemente, sin apellidos o polla, como prefieras y te apetezca llamarme, al fin y al cabo soy todo tuyo o tuya…

3 comentarios:

  1. Con un nombre así, no necesita apellidos.
    Y además es un nombre propio, porque es propio y de su propiedad para aquel que es su dueño y gusta placenteramente de compartirlo, sino...pobres de nosotras! jejeje

    ResponderEliminar
  2. Una simple reflexión escondida tras una personificación o prosopopeya, en la que dotas de cualidades humanas a un ser inanimado...
    Me ha encantado ese amplio margen de sorpresa que guardas en cada uno de tus textos y, además, nunca te lo dije pero...me encantaría que esa parte íntima del cuerpo fuera capaz de valorar cuánto nos hace felices a las mujeres...
    Un besi...de siam

    ResponderEliminar
  3. Hay incluso quien le pone un "Don" delante y tengo, no se si suerte o desgracia, de conocer a alguno que le ha puesto nombre al suyo... en fin..

    Una atipica reflexión la tuya.

    Por cierto me gustan los dibujos con los que acompañas las entradas

    Saludos

    ResponderEliminar