viernes, 26 de noviembre de 2010

Mis mimos

          
      Tengo la piel siempre ansiosa por recibir caricias, es la forma privilegiada que tengo de insuflarle vida. Sentir que una piel ajena se posa y mima la mía, produce que ésta se abra como una corola sensible mostrando lo mejor de mí misma, para gustar y sentir. Esta comunicación a través de la piel es mucho más intensa que el lenguaje de las palabras, comunicando sensaciones y sentimientos que nunca se podrían expresar mediante las letras. Cálida, fresca, tersa…lo de menos es la cualidad de la caricia, lo de más es lo que provoca: que mi sensibilidad se exacerbe.
            Cierro los ojos, saboreo y, a la vez, olvido todo lo que me preocupa o lo que me rodea, para centrarme en ella y disfrutar hasta lo inimaginable. Aunque no siempre es posible la ajeneidad de esta comunicación y hay épocas de la vida en que las circunstancias la impiden, porque esa dualidad necesaria choca, se aburre o se disuelve.
            En esos momentos siempre tendré mis quereres y mi mano, que en la medida de lo que puede aunque no sea lo mismo, mediante sus mimos hace que mi cuerpo acabe sacudiéndose y llegando a esas cimas a las que de otro modo no podría llegar.

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