viernes, 27 de abril de 2012

Descansa tu mano


         Acerca tu mano, de dedos finos y uñas alegres, y pósala sobre la mía, abriéndola a todas las sensaciones que guardas en tu interior. Déjame reconocer a través de tus dedos el trinar sonoro  de tu corazón, que así se aproxima al mío, y me habla de ti, de lo que sientes y de tus más íntimos deseos…
            Que nuestros dedos se cosquilleen mutuamente, muy despacio, como gozoso prólogo del inminente estallido que provocará el choque de nuestras pieles, para que esa suavidad murmulle quedamente y se transmita por todo mi cuerpo. Déjame que agarre tu mano acogiéndola con la fuerza de la mía y dándote seguridad.  Vete relajando poco a poco, descansa tu mano y, a través de ella, toda tú, mientras te abandonas,  acunada por los hilos trenzados de mi cariño.
  Deja que nuestros dedos hablen de nosotros…ese retozar de yemas, esa caricia suave hará que nuestros sentimientos afloren y podamos pronunciar esas palabras que deseamos, mirándonos a los ojos.  Mírame…quiero reflejarme en tus pupilas mientras tus manos me acarician…mientras me deslizo suavemente entre blandas nubes de algodón.
            En medio de este sortilegio de hondas sensaciones, deseo sentir tu mano contra la mía, tus dedos hilvanando los míos…tus ojos penetrando en mi oscuridad… Deja que eso sea posible…
 (con la colaboración de Siam)

1 comentario:

  1. Manos que ofrecen la máxima confianza y una invitación a seguir usándolas, seguir tocando, seguir acariciando, seguir escudriñando. A veces necesitamos que nos tiendan una mano.

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